EL PODER DE UNA LÁGRIMA
Nunca he pensado que mi vida sea
importante. No desde que tengo memoria.
Alguna vez llegué a tener el ego por los cielos, cuando tenía 5 o 6 años de
edad.
Generalmente fui una niña callada y tuve muchos problemas de autoestima desde
los 10 años. Siempre me ha sido difícil conocer gente nueva o demostrar lo que
siento.
No puedo decir que Michael me salvó de nada, porque de hecho, nunca fue así.
Tampoco puedo decir que fue mi maestro; no pienso estudiar nada relacionado con
la música ni con su arte tan profundo. No me considero lo suficientemente
buena.
Mi historia comienza ya cuando era fan a principios del 2001. Las cosas parecían
difíciles para mí y mis padres. Una serie de problemas personales me llevaron
a pensar que yo era la causante de todos los problemas de mi familia y los que
yo tenía en la escuela con mis otros compañeros.
Esta época fue muy oscura para mi. Para estas fechas mi atracción por Michael
era prácticamente automática; escuchaba discos por el hecho de no oír mi
propio vacío silencio.
Buscaba refugio en mi oscuro cuarto y
las canciones de despecho que Michael tan hábilmente interpreta. Sin embargo,
nunca busqué esa esperanza de la que Michael también habla en la mayoría de
sus canciones.
Fueron años tristes y sobrios; a veces con arranques de odio que intentaba
calmar con palabras y objetos hirientes para mí misma. Parecía que no podía
llorar, por más que lo intentara al cortarme las muñecas con objetos semi-oxidados.
Por ésta época escuchaba 'Stranger in Moscow', porque, yo también sentía esa
'soledad y frío interior' del que Michael habla.
Me sentía sola y por más que una gran amiga, también fan, me pedía que
siguiera el ejemplo de Michael, siendo feliz y buscando la felicidad en el bien,
nunca lo hice hasta que toqué fondo.
Una mañana en la escuela, averigüé que Neverland estaba siendo allanado. Mis
ojos se llenaron de lágrimas al sentir que una parte importante de mí había
sido violada sin piedad ni misericordia. Cuando lo noté corrí al baño y no
salí hasta entender lo que Neverland representaba para mí; era mi último rayo
de esperanza de que no importara lo que me sucediera, mucha gente, Michael y sus
fans, iban a estar bien.
Sentía que mi corazón estaba roto en mil pedazos y descubrí que solo los
golpes tan bien dados como esos son los que te hacen madurar.
No podía esperar a ver cómo se encontraba Michael. En cuanto supe que él se
encontraba bien físicamente y mentalmente, pude aprender lo que era madurar sin
dejar de ver todo con ojos de niño. Yo acababa de ser así; fui fuerte al ver a
Michael esposado y tranquilo, y pude ver lo maravilloso que es llorar de alegría,
al ver que Michael estaba de pie y orgulloso de ser inocente y de tristeza, al
ver tal injusticia repetida en alguien tan noble como Michael.
Esa misma tarde me refugié en mi cuarto, como de costumbre, a escuchar a
Michael, pero ésta vez con algo distinto: 'Will you be there'. A través de
esto yo pude crecer de una manera inimaginable, encontré a Jesús implícito en
las letras y supe a quienes recurrir en éstos tiempos tan oscuros.
Mi cambio de actitud fue rápido, pero gradual. No puedo decir que fue magia,
pero fue una ayuda humanamente asombrosa: ¿Cómo es que alguien pudiera tener
tal poder de convencimiento a través de una sola canción, con un solo mensaje
y sin contacto real de persona a persona?
Ahora creo en el poder de una lágrima y en el poder de las palabras. Por eso
mismo, estudiaré actuación. Antes temía ser descubierta llorando, ahora lloro
por cualquier tipo de emoción. Mis gustos han cambiado por completo y descubrí
el valor de los contrastes; si no hubiera sufrido tanto, no sería tan feliz y
tranquila ahora.
Justo como Michael dijo una vez a Oprah: "Si pudiera, no cambiaría el
pasado. Me estoy divirtiendo ahora."
Valeria Morales Cisneros
Puebla, México