Michael visto con buen ojo crítico
Recordman mundial en
ventas de discos, Michael Jackson es un perfecto desconocido para el público. Una
larga serie de rumores, escándalos y noticias contradictorias y
sensacionalistas han servido para esconder al verdadero Michael Jackson
de los ojos de todos, detractores y admiradores. Si Michael tiene un lado
humano, el cual, sin lugar a dudas debe existir, nadie puede captarlo debajo de
la caricatura casi cibernética que la publicidad y los periodistas
han dibujado.
El Michael que ama
a los animales, juega con sus sobrinos y los hijos de sus amigos (nota:
ahora con sus propios hijos), come verduritas y quiere vivir siglo y
medio, tiene tan pocos visos de ser real como su personaje en la serie de
dibujos animad os
de los Jackson 5, o el papel que interpreta en el filme Moonwalker que, para
hacerlo todo más confuso, para
mezclar más a fondo realidad y ficción, se llama también Michael, aunque
puede convertirse en robot, en platillo volante, en niño y hasta en
conejo.
No cabe duda de que Michael lleva muy mal el peso de la fama. Su
autobiografía Moonwalk es
prácticamente una colección de excusas no pedidas; en sus páginas Michael
explica por qué hizo lo que hizo en cada ocasión. Habla mucho de
música, de sus discos, de las sesiones de grabación..., pero muy poco
de sí mismo. Describe minuciosamente sus pasos, gestos, incluso la ropa que
llevaba en cada momento, pero no cuenta nada personal. Eso sí, a pesar
de los pesares, se retrata a sí mismo como un personaje inseguro e
hipersensible, cuya carrera en el show-business estuvo en serio peligro a causa
de un ataque de acné juvenil, o cuya relación con Quincy Jones estuvo a
punto de verse frustrada por culpa de un
error suyo de pronunciación.
Pero, puede ser Michael tan endeble como parece?, puede alguien tan débil y
tímido a la vez ser el intérprete dotado de un magnetismo irresistible
que domina y enloquece a los espectadores de todo el mundo sea cual sea
su edad, su cultura o sus gustos musicales?. En su libro, Michael da a entender
que sí, que él es a la vez, Jekyll y Hyde, y que se transfigura en
cuanto pisa un escenario, un plato o un estudio de grabación. Michael
Jackson ha pasado ya a la historia y, seguramente, se dirán miles de millones
de palabras sobre él, sonarán sus canciones millones de veces, se
revisarán sus actuaciones, se releerán sus entrevistas y su libro, pero
se conocerá muy poco sobre su verdadera personalidad...
...Lo único que pueden
hacer los admiradores de ese Michael huidizo, que no concede entrevistas y que
no posa ni actúa si no es cubierto de una espesa capa de maquillaje
teatral, es centrar su atención en su maravillosa música y mantener la
esperanza de que una mayor familiaridad con su obra puede aportar una comprensión
mayor de su persona, lo que si no lo logran, tampoco tendría excesiva
importancia, porque: no es suficientemente expresiva su voz?. No son
suficientemente magnéticas sus interpretaciones para necesitar una
explicación de las mismas?. No es suficientemente atractiva su figura
misteriosa e incomprensible para que la desaparición del misterio pueda
aportar algo más?.
Michael Jackson pertenece por entero a la época en que vive, y su
existencia, así como su popularidad, no podrían haberse dado en ningún
otro momento.
Hacer el retrato robot de Michael Jackson es muy fácil. De sobra se han
ocupado
los medios de comunicación de divulgar una imagen estereotipada, con sus
supuestas manías y locuras, que nadie se preocupa en poner en duda. Se han dado por
sentado muchos más tópicos sobre su persona que acerca de cualquier otro personaje
público. Cuál es la fascinación que ejerce sobre el público?. Cómo se explica la
devoción que sienten por él millones de personas de todas las razas, edades y
condiciones?. Por qué nadie se preocupa de analizar el artista que
existe debajo del maquillaje y del fijador de pelo?.
Existen, sin duda, varias cosas sobre Michael Jackson a las que habitualmente
no se presta atención. Que estamos, por ejemplo, ante uno de los más
técnicos y mejor dotados cantantes de las últimas décadas, capaz de
cantar en varios registros diferentes y modular a la perfección en todos
ellos... claro que, siendo el principal problema de Michael Jackson el
haber llegado a un público excesivamente grande, en el que se supone que
un sector no aprecia todo ese trabajo, toda esa inventiva y sobre todo, ese
dominio técnico no es un absoluto valorado. Resulta dramático pensar
que, de hecho, nadie sabe ni lo que es,
ni lo que supone, ni el mérito que tiene cantar bien...
Pero Michael, además de
ser dueño de una gran maestría, es un intérprete fuera de serie, expresivo, intenso
y sincero. Los legos en la materia no son capaces de comprender cómo un
cantante puede identificarse con una canción que no ha compuesto y que
puede o no tratar un tema o una situación que, en la vida real, le haya
afectado...
Cómo nadie, entre los
miles de desocupados que han escritos sobre él, han sido capaz de captar esos detalles
únicos, pero innumerables, de su larga carrera?. Cómo, ante tanto talento, hay
quien prefiere fijarse en su nariz o en su mono?. Por qué capricho del
destino nadie con un mínimo de sensibilidad musical nunca ha sentido la
necesidad de dar públicamente su opinión?...
Pero, claro, del mismo
modo que sus detractores no necesitan conocer su trabajo musical para condenarle,
sus admiradores, deslumbrados por su insólita y fascinante personalidad, se
sienten atraídos hacia él sin necesidad de hacer un estudio
musicológico de su trayectoria. Es curioso, y quizá sean dos
cosas que deben ir necesariamente unidas, que el artista genial y el creador innovador
e individualista esté dotado de una personalidad peculiar e inexplicable.
Resulta increíble que
sus seguidores más acérrimos se tomen en serio todos los bulos y rumores que
circulan sobre él. Es que nadie sabe que el papel de una agente de prensa es,
precisamente, hacer que se hable de su representado en todas partes, a
todas horas y por cualquier motivo?... Evidentemente, el talento no puede
hallarse nunca en un hombre vulgar: Michael es, sin duda, un joven
retraído, seguramente deslumbrado y quizás, aplastado por su propia fama,
alguien que ha tenido una vida fuera de lo corriente, con experiencias
que los demás nunca conoceremos, y por el contrario, que no ha podido
vivir las cosas y aventuras de una vida normal...
Michael Jackson es una
persona con una multitud de facetas que inevitablemente desconcierta a quien
no se toma la molestia de analizarle con un mínimo de rigor y fidelidad a la
historia. Por cierto, no resulta alarmantemente curioso que sean siempre
los mayores quienes le echan en cara sus supuestas extravagancias?.
Ninguno de sus admiradores más jóvenes, y todos conocemos la legión de niños
que le sigue devotamente, se sienten escandalizados ni por los retoques
de su nariz, ni por su predilección por los monos, serpientes y jirafas. En ese sentido, Michael es un símbolo generacional, una muestra viviente
del enorme cambio que está dando el mundo y de cómo se niegan a
reconocer que así es y que son ellos los que se han quedado atrás... Es
evidente que en la maraña de noticias y rumores que se ha tejido alrededor de
Michael hay muchos puntos absurdos e incomprensibles que nunca podremos
comprobar si son ciertos o no, y que no hacen sino otorgar un aura de
locura y extravagancia a alguien que en ningún momento encaja en los
presupuestos establecidos acerca de cómo debe comportarse un cantante de
éxito. Es cierto que los admiradores de Michael piensan que el misterio no hace más
que añadir mayor grado de fascinación al personaje y sus detractores
continúan hallando, en cualquiera de sus acciones, nuevos motivos para
condenarle y odiarle. En fin, aunque algo estúpidas, así es como están las
cosas.
Qué se puede hacer?. A
estas alturas y con esos deslumbrantes y nunca antes alcanzados
niveles de popularidad, asumir la defensa de Michael Jackson es algo gratuito
e inútil.
Pero hay un aspecto muchas veces discutido en los últimos años que merece
comentario aparte. Se trata del supuesto rechazo de su negritud, una
acusación lanzada contra él con
curiosa insistencia. De dónde salen esos repentinos defensores de la música
y la cultura
negroamericanas?. Por qué no se toman tan a pecho los abusos cometidos con
el patrimonio musical negro por tantas vedettes del mundo musical, desde Los Beatles y los
Rolling Stones hasta U2?. Esos defensores de la conciencia racial negra, por qué no exigen
el mismo compromiso a las Whitney Houston o Bobby Brown tan de moda?. Y por fin:
de dónde se deduce esa renuncia de Michael a sus raíces?. Nadie como él muestra más
respeto a la tradición musical negra, principal patrimonio de su raza en
los Estados Unidos; su libro está plagado de citas, nombres y alusiones;
reconocer en su estilo las huellas de James Brown y Jackie Wilson es fácil...
En ese aspecto, el papel jugado por Michael es definitivo. A pesar de su
empeño en llevar
un maquillaje demasiado blanco, para muchos seguidores sus discos han
supuesto una primera apertura hacia la música negra estadounidense...
Michael supone la encarnación más perfecta del buscador y del insatisfecho.
Ninguno de sus discos repite el esquema del anterior y cada uno
constituye una pieza única en una trayectoria perfectamente encadenada,
siempre en dirección al futuro...
Resulta muy fácil comprender el éxito de Michael, pero y ese odio que
sienten por él unos cuantos?.
Tan extraña e
incomprensible es su persona y tan grande su popularidad que se convierten en un ultraje para los planteamientos de muchos, pero eso es, en definitiva,
parte de su encanto y de su fuerza y, por supuesto, prueba irrefutable de
que no es un producto de marketing ni un "bluff" de la
industria, sino un artista complejo y real y un personaje problemático,
innovador y nada convencional: Único, irrepetible y fascinante.
del Libro "Michael
Jackson" de Patricia Godes
Colección "Video Rock"
Editorial Salvat. Barcelona. España
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