MICHAEL JACKSON: "The Dancer Of The Dream"
Michael Jackson en el baile es un tema tan amplio como el espacio…
Cuando la gente se queda impresionada mirando a Michael Jackson, ocurre
un milagro. Experimentan un momento en que la danza les ofrece algo
emocionante e incomparable. Prácticamente todo aquel que considere
seriamente el baile de Michael seguramente notará una misteriosa calidad
única en este artista que hace a su arte inimitable. Miles de personas han
aprendido muchos de los movimientos y pasos distintivos de Michael, pero
nadie puede hacerlos exactamente del modo en que él los hacía. Es por eso
que todos los intentos de imitarlo (incluso por bailarines profesionales)
están condenados al fracaso: cualquier imitador de Jackson es un sustituto
ante los ojos de los apasionados seguidores de Jackson.
Su presencia corporal y su expresión emocional en el escenario no se
pueden copiar. Él era reconocible por el matiz más pequeño, sin mencionar su
energía sin par. Incluso aunque un bailarín pueda realizar brillantemente
los mismos elementos de su baile, es imposible copiar la mano de Michael. Su
baile siempre parece más interesante, vivo y hábil que un intento de
reproducir con precisión sus movimientos, que es prácticamente imposible en
el baile.
¿Qué
hace a Michael único? ¿Por qué hay tan a menudo discusiones acerca de, por
ejemplo, que su baile contiene tantos movimientos sexuales y, sin embargo,
nunca lo hacen parecer vulgar, una vulgaridad que puede ser vista en tantos
otros artistas? ¿Por qué son sus contribuciones al arte de la danza
consideradas tan valiosas que esta estrella del pop puede colocarse al lado
de los más grandes maestros del ballet o la danza folclórica?
En primer lugar, Michael no es sólo un intérprete. Él es el creador de su
baile. Él no hace algo que simplemente aprendió imitando al coreógrafo.
Incluso cuando su baile es coreografiado cuidadosamente, él sigue siendo el
creador: su danza viene de dentro, no de otras personas, sin importar con
quien colaboró durante la preparación.
Él baila en la corriente de la creación libre. Debería notarse que
incluso los movimientos que realiza en el escenario una y otra vez no se
repiten mecánicamente como un disco rayado. Sólo el creador de la danza
puede actualizar y renovar su baile natural e improvisar libremente, y
seguir siendo él mismo. Este es su dominio personal, al igual que cada
persona tiene su propio cuerpo y su propio lugar en la Tierra.
La segunda, y quizás el factor más interesante, es que, fundamentalmente,
Michael Jackson no es una figura del pop. Sí, trabajó en el marco de la
cultura popular de masas, pero no pertenecía al arte pop, basándose en su
mentalidad. Incluso me atrevería a decir que ésta fue su tragedia, de la que
no era culpable, por supuesto. El marco de la cultura pop, por un lado, le
permitió romper todos los records posibles de ventas de discos y llegar a
millones de personas con ideas simples e inspiradoras. Por otro lado, su
talento fue limitado a ese marco, así que, al final, ciertas facetas de su
arte no se manifestaron plenamente y pasaron casi desapercibidas por el
público en general.
Cuando Michael Jackson subía al escenario, bailaba en éxtasis. Y es obvio
para el espectador. Todos los mejores bailarines y músicos entran en un
peculiar estado de ánimo cuando crean. El arte en su forma más elevada es
imposible sin la capacidad de trabajar con el subconsciente y sin utilizar
estados de ánimo alterados de la conciencia y la intuición. Sin esto no es
arte, sino simplemente artesanía barata.
Michael Jackson añadió un componente más importante: un mensaje
espiritual. El éxtasis de su actuación es más llamativo durante canciones
como Man in the Mirror, donde el objetivo es animar a la gente a descubrir
su propio poder interior para un cambio positivo. A pesar de que no es un
rito de una iglesia o de un culto, el marco sigue siendo el mismo: el más
poderoso toque de atención emocional está dirigido a cambiar la conciencia y
el estado de la mente de uno, así como la realidad circundante. Tal creencia
absoluta en el poder del arte para cambiar la conciencia, y esa devoción
completa a la ejecución de su arte pueden hacer milagros en miles de
personas. Esto es lo que diferencia a Michael de otros artistas que bailan.
Combinó múltiples mundos dentro de sí mismo, y es difícil decir a cuál de
esos mundos él pertenecía más. Su arte era secular, religioso y social al
mismo tiempo.
Algunos todavía se sorprenden de que un simple cantante pop haya sido
declarado el artista más grande de nuestro tiempo. Puedo decir que él, como
nadie, es digno de este título, porque el verdadero papel de un artista es
ofrecer éxtasis divino a la gente, cambiar su estado de ánimo, dejarles
atónitos con su propio ejemplo y emocionar muchos corazones mediante la
búsqueda de formas artísticas dramáticas logrando todo lo dicho
anteriormente.
No es la voz o la maestría técnica la que hace de un artista un milagro,
ni tampoco lo es seguir los cánones del buen gusto o la pertenencia a un
género eminente. No, el milagro ocurre donde hay carisma y una actuación
hábilmente diseñada portando la máxima carga de energía espiritual. Un
verdadero artista combina destreza natural, destacada personalidad, pasión,
creatividad y dedicación. Ningún artista fue capaz de plasmar todo esto en
el mismo grado que Michael Jackson, con su distintiva originalidad.
Fred Astaire dijo una vez a Michael: "Eres un bailarín rabioso", y esta
afirmación es exacta. Esto no significa una furia maligna, sino pasión, la
pasión por interpretar, algo frenético y diabólicamente atractivo. El estado
de ánimo del bailarín influye fuertemente en lo que hace el cuerpo. Uno debe
saber cómo descargar sus sentimientos y energía en movimiento. Sólo entonces
el baile será baile. Sin eso, es sólo ejercicio físico. Y si los
sentimientos son mostrados simplemente mediante expresiones faciales y no se
sienten realmente, resultarán grotescos.
Michael Jackson tenía lo necesario en términos de talento artístico.
Muchos de sus movimientos parecían tan brillantes, suaves y talentosos no
porque fuera técnicamente habilidoso (aunque ciertamente era capaz), sino
porque vivía a través de cada movimiento. Todo su ser participaba,
incluyendo a su subconsciente, produciendo esa perfecta unión entre plástica
y música. Por desgracia, esto no es algo que se puede aprender. Esto es
talento natural.
Por cierto, Michael no era el bailarín técnicamente más competente del
mundo. Nunca hizo saltos con splits, nunca hizo cincuenta pasos por segundo
y nunca hizo 32 fouettés seguidos, aunque a veces hacía cosas increíbles
para el cuerpo humano. Sin duda, hay muchos bailarines contemporáneos,
especialmente los jóvenes, que hacen lo que Michael nunca podría haber
hecho. Pero aún así le llamamos grande, y esos otros bailarines son simples
extras para nosotros. ¿Por qué es esto así?
Voy a decirlo una vez más: la razón es el don artístico, la energía, la
magia y el carisma. La grandeza en el escenario empieza no cuando un
bailarín puede hacer el salto mortal y volar tres metros sobre el escenario.
Eso son acrobacias circenses. La técnica es sólo un medio utilizado por el
arte de la danza. El talento en esta forma de arte no emana de la técnica,
sino de la capacidad de hablar y dibujar con el cuerpo, para expresar
matices y encontrar un estilo propio de tu movimiento corporal. Un artista
logra grandeza completa en la danza si puede transformar un pequeño gesto en
un pequeño espectáculo, en un acto sagrado. Michael Jackson sabía cómo
hacerlo. Por eso era un genio.
El baile de Michael muestra tan seriamente tanta técnica y plástica que,
en comparación con ellas, el moonwalk es sólo una insignificancia. Miren la
forma en que controla su cuerpo, su coordinación, su sentido del ritmo. ¡Y
sus giros! ¡Son simplemente increíbles! Esto es algo que sólo un profesional
de gran talento puede hacer.
El moonwalk puede ser un acontecimiento histórico, sin embargo, no es su
principal contribución al arte de la danza. Sus contribuciones se extienden
mucho más allá de eso. No son sólo elementos específicos de la danza sino,
ante todo, su estilo prominente, su rico y expresivo lenguaje corporal y su
enfoque único para el baile.
¿Acaso Michael se daba cuenta de lo que estaba haciendo? Creo que,
intuitivamente sí se daba cuenta, y se daba cuenta también de que atraía
mucha atención, pero nunca pensó demasiado en ello. Y esto le permitió
bailar de forma natural, y casta e ingenuamente, como un salvaje. Su cuerpo
bailando se volvía seductor y deseable, mientras su alma permanecía llena de
pura energía. Es sensualidad a un nivel superior, donde el cuerpo está
sometido al espíritu.
Michael Jackson fue uno de esos poetas del baile que desinteresadamente
amaban la danza y llevaron su esencia al escenario. Encendió una chispa en
los espectadores llevándoles más allá de los límites convencionales,
permitiéndoles conectarse con el ámbito de la energía frenética, la emoción
y la belleza que no pueden ser percibidas por la lógica, sino que sólo se
pueden sentir. Él podía soportar emociones y encontrar detalles increíbles
en la corriente de la improvisación como sólo un bailarín único -y ningún
otro artista pop- puede.
Hoy en día no hay un documental digno de él en la televisión - todo lo
que puede verse es un poco de patético material amateur con nombres
confusos, fechas y hechos que no dicen nada acerca de su genio creativo. Las
mejores grabaciones de conciertos y películas todavía son vistas sólo por
sus fans. Es una pena, de verdad. Sólo puedo esperar que la justicia
prevalecerá algún día. Y debemos hacer todo lo que podamos para ayudar a que
prevalezca con nuestras modestas contribuciones.
Sigo creyendo que llegará un día en que Michael Jackson, el artista, se
convertirá en clásico y será recordado no sólo como un mero ídolo pop, sino
como un gran artista y humanitario "bailando su sueño".
Lyubov Fadeeva (Amor). Coreógrafa y
bailarina profesional de flamenco de origen ruso
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