ARROJAR PIEDRAS Y ESCONDER LAS MANOS:
La personalidad Humana de Michael Jackson
Dangerous Philosophies
‘No te lapidamos por ninguna buena obra’, dijeron, ‘sino por blasfemo,
porque tú, un simple hombre, dices ser Dios’ (Evangelio de San Juan,
10:32-34, NIV).
La lapidación es un espantoso acto de justicia comunal contra una
persona, que aún se utiliza como forma de ejecución en países de Oriente
Medio y África. En el Libro de los Reyes de la Biblia, dos mentirosos
calumnian a un hombre virtuoso llamado Naboth, acusándole de maldecir al Rey
y a Dios. Aunque Naboth es inocente, es llevado fuera de la ciudad y
lapidado.
Hay varios acusados en esta muerte: El rey que quiere las tierras de
Naboth, la reina que quiere agradar al rey, los calumniadores cuyas
motivaciones para destruir a Naboth no están claras y el público que es
fácilmente manipulado sin pruebas. La historia tiene todos los ingredientes
de una tragedia de Shakespeare, pero los paralelismos con la vida de Michael
son inquietantes.
Al principio de su historia, Naboth es rico y está satisfecho, sin
embargo está en el lugar y el momento equivocados. Un lugar llamado Jezreel
con un viñedo cerca del palacio del Rey de Samaria. Igualmente, hace 30
años, Michael Jackson estaba en América con el sueño de convertirse en la
mayor estrella que jamás haya existido. Su deificación como artista en
solitario comenzó con la publicación de su disco Off The Wall, en 1979, el
cual, en 1981, ya era el disco más vendido jamás de un artista de color.
Mientras que el lanzamiento de Thriller, en 1982, sus innovadores vídeos y
su icónica actuación en ‘Motown 25: Yesterday, Today, Forever’, completaron
su veneración.
(...) El álbum ha vendido hasta la fecha una cantidad estimada en unos
110 millones de copias y, como resultado de este éxito sin precedentes,
Michael Jackson sería perseguido por sus fans y literalmente acosado por
paparazzi durante el resto de su vida. “... Duele ser asaltado por una
multitud. Te sientes como si fueras a ser asfixiado o desmembrado”.
En esta etapa de su carrera se le atribuyó una superlativa imagen pública
de ídolo cuyas facetas eran irreconocibles por el hombre que la
representaba. De muchas maneras, fue en este punto en el que Michael Jackson
se convirtió en una marca registrada, en un simulacro de una persona. Un
bailarín, cantante y músico tímido y apacible, sería
caracterizado más como un dios que como un humano, con sus chaquetas
militares y guantes de lentejuelas. Sin embargo, en sus propias palabras:
“Los logros por sí solos no son sinónimos de lo que soy”. Ciertamente, el
alegre niño de cinco años que cantaba a plena voz Rockin’ Robin y Ben ante
un público entusiasta, no era indicativo del chico detrás de la sonrisa.
Jackson no fue equipado (y es dudoso que alguien lo pueda ser) para la fama
astronómica que le fue otorgada… Es difícil decir si alguien hubiera podido
manejar el extraordinario prestigio de Jackson. Hasta cierto punto, ya había
empezado a convertirse en irreal como ser humano a través de la
sobre-representación de su imagen que se difundía por el mundo. “De hecho,
pareció haber sido no solo distorsionada sino también anulada y ahogada en
el mar de sus propias imágenes”(Gilbert).
Jackson escribió que uno de los efectos colaterales de la etapa Thriller
fue sentirse cansado de estar constantemente ante el ojo público y que
cuanto más famoso era, más se convertía en diana de los ataques de la
prensa. “Había un lado oscuro en la reacción negativa de la prensa, Jackson
se había convertido en el afro-americano más poderoso de la industria del
espectáculo… no es coincidencia que fuera en ese preciso momento cuando la
marea empezó a cambiar…”(J. Vogel).
En una entrevista de 1997 explicó que quería proteger desesperadamente a
su hijo de esas bromas crueles. En un modo conmovedor señalaba: ‘¿Alguna vez
pensaron que un día tendría un hijo… que tengo corazón? Me duele en el alma.
¿Por qué hacerle pasar por eso?’.
El gradual aclaramiento de su piel, el cual no fue explicado hasta 1993
en una entrevista, fue manipulado para contribuir a la formación de una
segunda imagen falsa. Padecía una agresiva y desfigurante enfermedad, la
cual, debido a que su identidad personal era sinónimo de su identidad como
una celebridad desde la infancia, le hacía sentirse tan emocionalmente
devastado que hablaba muy poco de ella. ‘Es un problema para mí… algo que no
puedo controlar’.
Jackson mantenía sus brazos siempre cubiertos y salía con un paraguas
porque el sol era tóxico para la despigmentación de su piel. Se describía a
sí mismo como ‘alérgico al sol’ y estaba permanentemente cubierto por
gruesas capas de maquillaje para igualar la decoloración. Sin embargo, a
pesar de esta explicación cierta, la fabricación dominante (que aún es
difundida) es que no quería ser negro. Como en la historia de Naboth, había
ciertos calumniadores que trabajaron para difamarle.
Debido a la rueda de rumores, la imagen pública de monstruo empezó a
emerger. A pesar de que Jackson, un emblema para la igualdad racial, tomó su
paso distintivo, el moonwalk, ‘de esos hermosos niños negros de los
suburbios’, a los que él llamaba ‘ los verdaderos bailarines’. No tenemos
que mirar muy lejos para ver una afirmación de orgullo racial en sus
donaciones en 1988 a United Negro College Fund, en los casting de sus
cortometrajes cuyas protagonistas femeninas son mujeres de color, como Ola
Ray en Thriller o Naomi Campbell en In the Closet, con la excepción de Lisa
Marie Presley en You Are Not Alone.
Significativamente, Remember The Time tiene todo el elenco de actores de
raza negra, incluido su director, John Singleton.
Elena Oliete ejemplifica la amenaza percibida de una persona que puede
traspasar barreras culturales a nivel global, a través de un medio universal
como la canción y el cortometraje, atravesando simultáneamente las
diferencias físicas entre raza y género. A principios de los noventa ya
había sido rechazado por un gran número de personas tanto de raza negra como
de raza blanca. Los primeros le consideraban un traidor y los segundos no le
aceptaban como persona de raza blanca. Su cambio de color de piel había
servido para mostrar la construcción cultural artificial de las jerarquías
sociales basadas en distinciones raciales.
Jackson siempre había sido muy sincero sobre su afinidad con la gente
joven, ‘los niños son puros, inocentes y buenos’. En su autobiografía y en
varias entrevistas explicaba que esta afinidad estaba enraizada en el
sentimiento propio de juventud perdida, ‘recuerdo mi infancia mayormente
como trabajo’. Dio millones de dólares de su propio dinero a obras benéficas
infantiles y visitaba muy a menudo orfanatos y hospitales ofreciendo regalos
a los niños enfermos y terminales, pagados de su propio bolsillo. Había una
cobertura significativamente escasa del considerable trabajo humanitario de
Jackson, comparada con la cobertura de demandas no probadas y salvajes
conjeturas, como ilustran los artículos de Charles Thomson, ‘Uno de los
episodios más vergonzosos de la historia del periodismo’ y ‘Michael Jackson:
Es el momento de que los medios de comunicación se responsabilicen de la
cobertura dada a la estrella del rock’.
Desde el momento en que aparecieron las acusaciones, igual que los dos
calumniadores en la historia de Naboth, la prensa las aprovechó y el
público, preparado para la despersonalización de la imagen de Ídolo y el
dañino personaje Wacko, estaban preparados con las piedras. Todo lo que
necesitaban era un monstruo y lo tuvieron. Y si tenían que hacerlo,
fabricarían uno. Jackson, que era categóricamente anti-drogas, lucharía
desde ese momento en adelante de modo intermitente contra la adicción a los
analgésicos.
Constantemente, Jackson intentó explicarse, incluso apareciendo en los
Premios NAACP. ‘No sólo soy presunto inocente, soy inocente. Y sé que la
verdad será mi salvación’. Había una enormidad de evidencias de que no era
culpable, muchas de las cuales están expresadas por Mary Fisher en su
artículo de investigación, ‘¿Fue Michael Jackson falsamente incriminado?’.
Estudiando a sus acusadores descubrió una pista de anteriores delitos.
Jackson no sólo era inocente como Naboth, sino que sus acusadores eran
culpables de extorsión y difamación. Su recompensa serían millones de
dólares. Por compartir su talento con las masas y su dinero con los niños
enfermos, la recompensa de Jackson sería humillación e ingratitud.
Enseguida, la fructífera carrera artística de Jackson y sus denuncias
musicales de unas estructuras culturales opresivas fueron eclipsadas por la
generalizada condena social del cantante como abusador… El autor de Thriller
se había convertido efectivamente en un monstruo real y, él mismo, fue
acusado del más monstruoso de los crímenes.
El proceso ritual de lapidación comienza con calumnias. Jackson fue
efectivamente calumniado repetidamente por la prensa y sus acusadores con
mentiras que fueron diseminadas por el público. Aunque en 1994 no fue
encontrado culpable de ningún delito y fue absuelto en 2005, el proceso
había comenzado ya. Imágenes negativas y palabras crueles le redujeron a un
objeto, lo más alejado posible del ser humano compasivo que era. ‘La mayoría
de la gente no me conoce, por eso escriben tales cosas… lloro a menudo
porque duele y me preocupo por los niños, todos mis niños del mundo. Vivo
por ellos… tengan piedad, porque he estado sufriendo ya durante mucho
tiempo. MJ’.
La Imagen Humana de Jackson es la de un ser humano que, a pesar de su
difícil crianza y presiones diarias, aún era un padre cariñoso, un hijo
devoto, artista, filántropo y humanitario. Jackson, sus amigos y familia
intentaron promover su Imagen Humana y fomentar una recepción positiva del
hombre vulnerable detrás del artista, pero casi siempre caía en saco roto.
Para muchos, no fue hasta los momentos finales de su memorial televisado,
durante los cuales su hija de 11 años lo describió como ‘el mejor padre que
se pueda imaginar’, que su humanidad empezó a penetrar en la conciencia de
la sociedad. Este hombre, aún siendo una imagen, un ídolo, era todavía,
simplemente, el padre de Paris.
El verdadero Michael Jackson libró continuamente una batalla perdida en
nuestra peligrosa cultura plagada de celebridades falsas. En sus propias
palabras, el muro era ‘demasiado alto para superarlo/Demasiado bajo para
pasar por debajo’. Él estaba verdaderamente atrapado en medio. Y el dolor
(era) atronador. Se sitúa entre una representación demonizada e idolizada de
sí mismo. Sin embargo, puede argumentarse que la ‘gente’ no odiaba a Michael
más de lo que odiaban a Naboth. Fueron un instrumento en manos de sus
calumniadores. Aunque el público sacó a Jackson de la ciudad, no pudieron
lapidarle. A pesar de la prensa poderosamente negativa, que se había
convertido en rutina diaria, todo lo que las masas querían era verle bailar
y cantar, escuchar sus nuevas canciones y recibir el talento con el que
había nacido.
Los cincuenta años de Michael en la tierra fueron singulares. Fue
estandarizado antes de comenzar la escuela secundaria, lo que significa que
muchos de sus primeros recuerdos eran los gritos de las multitudes que le
adoraban, que, desafortunadamente, eran también las piedras levantadas y
sopesadas para comprobar el peso y tamaño adecuado. Comprensiblemente, su
música proclamaba alternativamente deseos de escapar de sus numerosos
problemas (Why You Wanna Trip On Me, Xscape, Leave Me Alone, Fly Away, They
Don’t Care About Us) y de ser fuerte enfrentándose a la adversidad (2Bad,
Wil You Be There, HIStory, Keep The Faith, Heaven Can Wait).
Es probable que los años formativos de Michael Jackson le llevaran a una
casi dolorosa necesidad de amor y le causaran una regresión en un intento de
recobrar su juventud perdida. Estas eran cosas que él no podía evitar y que
no deberían haber sido nunca utilizadas contra él. Finalmente fue el enfoque
afilado de nuestra cruel mirada colectiva el que le causó un mayor
sufrimiento. “¿Si me afecta? Si, pero me he vuelto inmune en cierto sentido
también. Soy muy fuerte. Tengo piel de rinoceronte, pero, al mismo tiempo,
soy humano, de modo que cualquier cosa puede herirme…”
La única faceta de la Personalidad Humana de Michael Jackson que no fue
publicitada sin problemas antes de su fallecimiento fue su incomparable
capacidad para amar. Amaba genuinamente a las personas, aún sin conocerlas,
especialmente a los niños. Demostraba ese amor pagando facturas médicas,
llevando a familias enteras de vacaciones, ofreciendo millones de dólares y
miles de horas. Nunca pidió reconocimiento por esto, y pocas veces, sino
nunca, atrajo atención sobre el tema. Es la extraordinaria característica
que podemos destacar de él.
Todos somos capaces de ver la verdad antes de opinar, o de tratar a las
personas como personas, no como personajes, ya estén en la televisión o en
una botella de perfume. Jackson reiteró a lo largo de su carrera que amaba a
los niños porque le trataban como a un ser humano, no como a un ídolo o un
monstruo.
La última personalidad de Jackson fue creada por su trágica y repentina
muerte, y fue creada por el duelo colectivo. Uno puede imaginar a la gente
dejando a Naboth, después de hacer su trabajo, sólo para darse cuenta de que
él no había maldecido al rey de Dios. Ahora se dan cuenta de que han sido
mal informados y su culpa es insoportable. ¿Qué ha sido entonces de todos
los niños, familia y amigos de Naboth? Para ellos no hay razón, sólo un
hombre inocente cruelmente traicionado. En nuestro caso, son los niños a los
que Jackson tanto quería ayudar, sus apenados fans y todas las personas que
le amaban y sufren.
Michael Jackson buscó la inmortalidad a través de su obra. Su sueño era
que su trabajo soportara la prueba del tiempo y fuera tan atemporal como La
Suite del Cascanueces de Tchaikovsky. Ninguno de nosotros vivirá el tiempo
suficiente para saber si cumplió su sueño. La triste realidad es que la
catarsis de la tragedia contribuye a una narrativa intemporal, como en el
clímax de Romeo y Julieta o la historia de Naboth, aunque pasen mil años,
sigue conmoviendo.
¿Qué fuerza cruel dirigió al rey, la reina, los calumniadores y a todos
lo que atacaron a Naboth? ¿Fue un odio enraizado por su éxito o simplemente
un deseo de conseguir lo que era legítimamente suyo? Las preguntas sobre la
naturaleza humana permanecen insolubles hasta el final. Sin embargo,
Jackson, una vez más en su inimitable estilo, toma todo el dolor del mundo y
lo convierte en un preciado legado. Su muerte sirvió, durante un corto
periodo de tiempo, para unificar a personas de todas las razas, mientras una
canción que había cantado para honrar la muerte de un querido amigo se
convirtió en su propio requiem: “Como un atardecer que muere al salir la
luna, se fue demasiado pronto”.
Por Elizabeth Amisu
Becaria de Posgrado en Literatura Inglesa Moderna en King College,
Londres.
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