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El Mago

Título Original : The Wiz (El Mago)
Estrenada el 24/10/1978
Duración: 138 min.
Director: Sidney Lumet
Presupuesto: U$S 24.000.000

EL PROYECTO:

Ante el éxito de la obra teatral de «El Mago de Oz», la discográfica Motown Records decidió comprar en el año 1977 los derechos para trasladarla al cine, apoyándose en la increíble nomina de cantantes afroamericanos que tenía en la compañía.

El reparto de la película lo encabezaba en un principio Stephanie Mills como Dorothy, que ya había interpretado el papel con éxito en Broadway. Pero hubo un impedimento llamado Diana Ross. La cantante se encaprichó del papel que había interpretado Judy Garland, a lo que un razonable Berry Gordy, manager de la Motown, se negó puesto que en esos momentos la cantante tenía 33 años, y como todo el mundo veía, estaba un poco mayorpara aparentar los 14 años de la huerfanita de Kansas.

Diana Ross acudió directamente a Universal Pictures ofreciendo parte de la financiación de la película si ella la protagonizaba.

‘El Mago’ (‘The Wiz’) cuenta con un reparto espectacular: Michael Jackson interpreta al espantapájaros, Rychard Pryor al ilusionista Mago de Oz, Ted Ross como León y Mabel King como la maléfica Bruja Mala del Oeste, Nipsey Russell buscaría su corazón como hombre de hojalata, Lena Horne sería Glinda (la Bruja Buena del Sur). Otros de los interpretes fueron Stanley Greene como el Tío Henry, Theresa Merritt como la tía Em y Thelma Carpenter como Miss One.

La película fue dirigida por Sidney Lumet, el director especialista en grandes dramas como ‘Tarde de Perros’ o ‘Network’, que nunca había dirigido musicales.

Uno de los puntos fuerte de la película es su potente banda sonora que fue obra de Quincy Jones. En la banda Sonora, Quincy reunió una orquesta de 300 miembros y un coro de 160 voces. El disco tuvo muchísimo mas éxito que la película, convirtiéndose en disco de oro en Estados Unidos, con 850 mil copias vendidas.

En la versión del libretista Joel Schumacher, Dorothy se convierte en una profesora de guardería de 24 años (34 reales) en el Harlem. En un frió día de invierno y por medio de una gran tormenta viajara hasta un lugar de fantasía que le llevará a través del camino de baldosas amarillas hasta el fabuloso mundo de Oz transformado en lugares emblemáticos de Nueva York, como las atracciones de Coney Island para la llegada a Munchkinland, la plaza del World Trade Center será la llegada a Ciudad Esmeralda, o la silueta del edificio Chrysler en el horizonte mientras cruzan el puente.

Un maquillaje y vestuario, que se llevó parte de los 20 millones. Entre los aciertos del film nos encontramos una banda sonora extraordinaria y algunas interpretaciones destacables como la de Michael Jackson repleta de alegría y optimismo que demuestra que seguramente el Rey del Pop podía haber sido también un gran actor. También destacaría algunos momentos como convertir a los Ángeles del infierno en los malvados monos voladores, o ese maravilloso camino de baldosas amarillas a través de los oníricos puentes de Nueva York.

La película fue nominada a cuatro Oscars: Dirección Artística, Banda Sonora Original, vestuario y Fotografía.

Michael siempre ha dicho que el rodaje de ‘The Wiz‘ fue una de las experiencias más gratificantes de toda su vida y siempre se ha mostrado contento con el resultado final . Su presupuesto de 20 millones de dólares convertía a ‘The Wiz’, en el musical más caro de la historia.

LA PRODUCCION:

The Wiz se basa en una historia de éxito estadounidense que ha deleitado al mundo en varias formas. La novela de 1900 de L. Frank Baum, y el musical de 1975 han inspirado a una película rodada íntegramente en la ciudad de Nueva York por el director Sidney Lumet.

La mayoría de rodaje y produccion tuvo lugar en Astoria Studios de la localidad de Queens, y en las calles de la ciudad durante el últimos meses de 1977 y en un total de 13 semanas de rodaje.

Para el proyecto, el director Lumet creó cincuenta y dos secuencias, con 32
en localizaciones exteriores y 20 construidos en el nuevo edificio de «Astoria Studios».
Para el camino de baldosas amarillas, solamente se gastaron U$S 237.000.

El vasto proyecto comenzó a tomar forma en mayo de 1976 cuando el productor de Motown, Rob Cohen y Ned Tanen de Universal negociaron los derechos de filmación.

“Ciertas historias son eternas”, dice el productor Cohen. “Toda cultura desarrolla formas interpretativas y mitos que se prestan a la adaptación y re-interpretación. Era inevitable que Oz fuera ambientada en Nueva York. En el clásico los personajes tienen que ir a la ciudad para obtener las respuestas.

Tradicionalmente un mes seco en la ciudad de Nueva York, octubre se utilizó para rodar las mayores exteriores. Comenzó el rodaje en el World Trade Center en la plaza central,
al pie de las torres gemelas.

El complejo del centro de comercio se convirtió en Esmeralda City, sede del escurridizo Mago de Oz y habitado por ciudadanos conscientes de la moda que cambia de color de verde a rojo a dorado en el chasquido de un dedo mágico.

Más de 650 bailarines y modelos fueron contratados para llenar la vasta área, cada uno
uno equipado con tres disfraces de diferentes colores y pieles, preparados para la ocasión de los mejores diseñadores de Nueva York, incluidos Halston, Óscar de la Renta, Bill Blass, Ralph Lauren, etc.

El rodaje continuó por la noche en el Nuevo Pabellón del Estado de York de los Recintos Feriales del Mundo en Flushing Meadow. La arena circular fue transformado en lo que se conoció como Graffiti Ciudad. Unos 750 pies de paredes fueron pintados con los colores luminosos de pintura en aerosol que adornan el los vagones del metro de la ciudad y las paredes vacías. La dama de los números, Miss One, dirigía este parque infantil, así que todos los columpios, toboganes y disfraces fueron diseñados en forma de números.

Michael Jackson en la noche de la premiere de «El Mago»

Explorando la cultura negra y el vestuario en la película ‘The Wiz’ (1978) – simon-hartman.com

Tras el éxito del musical de Broadway de 1975 (PD: ganó «Mejor musical» y otros 6 premios Tony), el productor Rob Cohen y el director Sidney Lumet lanzaron un gran éxito de taquilla que resultó ser un clásico de culto. The Wiz (1978) contó con un elenco repleto de estrellas de íconos de la cultura pop negra, incluidos Michael Jackson, Diana Ross, Nipsey Russell, Ted Ross y Richard Pryor, entre otros.

Es ampliamente celebrada como una película que definió a una generación y cambió la cultura pop negra. Algunos lo ven como una de las primeras obras de arte cultural que inspiró las siguientes producciones negras. Cualquier persona negra que creció en los años 60 y 70 probablemente tenga buenos recuerdos de la primera vez que vio a Michael Jackson (Espantapájaros) y Diana Ross (Dorothy) saltando, bailando y cantando sus melodías.

En cierto modo, The Wiz (1978) transmite una narrativa de liberación racial y afrofuturismo al fusionar la tradición tradicional africana y la ciencia/fantasía. El hecho de que cambiaron la Kansas rural en la historia original de Baum por el Harlem contemporáneo, con los Winkies representando a la clase trabajadora en apuros en la ciudad urbanizada de Esmeralda, hace que la película sea identificable.

Para citar a Gertrude Gipson de Los Angeles Sentinel, “ Nunca había visto una producción tan colorida… fotografía impresionante, maquillaje increíble, disfraces llamativos , bailarines fantásticos y creativos, y la música conmovedora, versátil e innovadora de Quincy Jones. La película es uno de los mejores musicales que hemos visto en muchos años ”.

Revisitando a MJ en ‘The Wiz’: el único papel cinematográfico de Michael Jackson –
Ronke Idowu Reeves – Vibe.com

El único papel cinematográfico de Michael Jackson en The Wiz (1978), de Sidney Lumet, es un placer cinematográfico excepcional.

En The Wiz , eres testigo de esa breve ventana de adulto joven en la vida y la carrera de Michael antes de convertirse en el sexy cantante de R&B, de smoking y con corbata en «Off The Wall» de 1979.

Jackson, el actor, entonces de 20 años, era natural; su interpretación suave y discreta de ‘El Espantapájaros’ es una revelación silenciosa. En cada escena, Michael exuda un asombro infantil, inocencia y alegría contagiosa. Por supuesto, en el canto y baile, tampoco defrauda. Es un placer escuchar la interpretación expresiva y de blues de Jackson de «You Can’t Win», porque en realidad puedes escuchar su voz bailando juguetonamente en cada sílaba de la letra mientras su tenor despreocupado se balancea y entra y sale de la melodía.

La actuación de Michael Jackson en The Wiz también te permite echar un vistazo a esos clásicos movimientos de baile de estilo libre y giros de botella de MJ antes de que se convirtieran en parte de un Moonwalk. Y es realmente un placer especial ver a Jackson superar discretamente a Louis Johnson Dance Company durante el final musical con todo el elenco de «A Brand New Day». Si no has notado nada de lo que he descrito,

definitivamente deberías volver a ver The Wiz.de nuevo para dar testimonio de ello. La única actuación cinematográfica protagonizada por Michael es una oportunidad única de experimentar nuestro genio hombre-niño en bruto y al borde.

Tal vez lo único irónico sobre Jackson en «The Wiz» es que, aunque es probablemente su momento más honesto y revelador capturado en una película, su rostro, está oculto durante los 133 minutos de duración de la película por el maquillador ganador del Premio de la Academia.

Entonces, aunque sentimos que realmente estamos viendo a Michael, en realidad nunca lo hacemos. Pero al final nunca importó. Los verdaderos fanáticos de Michael Jackson siempre podían mirar más allá de todas las máscaras teatrales y quirúrgicas, reales e imaginarias y ver a Michael, como realmente era: un artista consumado y un espíritu innovador. Su trabajo de toda la vida en discos, en innumerables conciertos y apariciones en televisión, en videos musicales y en su único papel cinematográfico, es una prueba innegable de su genio y arte atemporales. A diferencia de la vida de un ser humano, nunca morirá, pero como una fuerza ilimitada de energía creativa, continuará deslumbrando y, sí, ‘emocionando’ a las audiencias de las generaciones venideras-Ronke Idowu Reeves


MICHAEL JACKSON CUENTA SU EXPERIENCIA EN «EL MAGO» Y COMO CONOCIÓ A QUINCY JONES

Bosquejo original del vestuario de Michael Jackson para su papel de
«El Espantapájaros»

De su Libro Caminante Lunar: «Recuerdo que, cuando era muchacho, «El Mago de Oz» se transmitía en televisión una vez al año y siempre un domingo por la noche. También había visto el musical de Broadway, y no constituyó ninguna desilusión. Juro que lo vi seis o siete veces. Más tarde me hice muy amigo de la estrella del espectáculo, Stephanie Mill, la Doroyhy de Broadway.

Motown compró los derechos de «El Mago» por una razón y, en lo que a mí respecta, fue la mejor razón posible: Diana Ross. Diana iba a interpretar a Dorothy y, dado que el suyo era el único papel que estaba seleccionado, me animó a realizar una audición. Fue Berry Gordy quien dijo que yo hiciera una audición para «El Mago». Me sentí muy afortunado de que pensara de aquella manera porque me mordía el gusanillo de actuar durante aquella experiencia. Me dije a mí mismo «esto es lo que me interesará hacer cuando tenga la oportunidad: esto es». Cuando haces una película estás captando algo impalpable y estás parando el tiempo. Las personas, sus representaciones, la historia, se convierten en una cosa que puede ser compartida por gente de todo el mundo durante generaciones y generaciones.

Hice una audición para el papel del espantapájaros porque pensaba que el personaje era el que encajaba mejor con mi estilo. Era demasiado robusto para el Hombre de lata y demasiado ligero para ser el León, así que tenía un objetivo definido e intenté prestar mucha atención a mi declamación y baile para este papel. Cuando volví a ser llamado por el director, Sidney Lumet, me sentí muy orgulloso, pero también un poco asustado. El proceso de hacer una película era nuevo para mí, e iba a tener que abandonar mis responsabilidades hacia mi familia y mi música durante meses. Había visitado Nueva York, donde estábamos filmando para conseguir el aire de Harlem que exigía la historia, pero nunca había vivido allí. Me sorprendió la rapidez con que me acostumbré al estilo de vida. Me encantó encontrar a un grupo de personas de las cuales había oído hablar en la otra costa, pero a los que nunca había visto.

Hacer «El Mago» constituyó una educación para mí en muchos sentidos. Como artista de discos me sentía ya como un viejo profesional, pero el mundo del cine era nuevo para mí. Observé con la máxima atención de que fui capaz y aprendí mucho. Estar en el equipo de «El Mago» era como estar en una gran escuela.

Mi cutis todavía era un problema durante la filmación de la película, de manera que me encontré disfrutando realmente del maquillaje que era asombroso. Hacerlo ocupaba cinco horas, seis días a la semana; no filmábamos en domingo.

Cuando estaba transformado en espantapájaros era la cosa más maravillosa del mundo. Conseguía ser otra persona y escapar de mi identidad. Siempre me había imaginado a mí mismo haciendo algo muy refinado en las películas, pero fue mi experiencia con el maquillaje, los trajes y los promotores de Nueva York, lo que me hizo caer en la cuenta de otro aspecto de lo maravilloso que podía ser hacer una película. Siempre me habían gustado las películas de Charles Chaplin y nadie le vio nunca haciendo nada abiertamente refinado en los días del cine mudo. Yo quería algo de la calidad de sus personajes en mi espantapájaros.

La película tenía números de baile maravillosos, muy complicados y no hubo problema en aprenderlos. Pero aquello, en sí mismo, se convirtió en un problema inesperado con los artistas que actuaban conmigo. Siempre, desde que era muy pequeño, he sido capaz de observar a alguien haciendo un paso de baile y saber de inmediato cómo hacerlo yo. Cuando estábamos haciendo «El Mago» aprendí la coreografía con los demás artistas: «El hombre de lata», «el león» y Diana Ross, y ellos se disgustaban conmigo. Yo no podía imaginarme lo que iba mal hasta que Diana me llevó aparte y me dijo que le estaba creando un problema. Yo me la quedé mirando fijamente. ¿Poniendo en un aprieto a Diana Ross?. ¿Yo?. Ella me dijo que sabía que yo no era consciente de ello, pero que estaba aprendiendo los bailes con demasiada rapidez. Era embarazoso para ella y para los demás, que simplemente no podían aprender los pasos en cuanto los veían hacer al coreógrafo. Dijo que él nos enseñaba algo y que yo salía y lo hacía. Cuando él les pedía a los otros que lo hicieran, a éstos les tomaba más tiempo aprenderlo. Nos reímos con esto, pero traté de disimular la facilidad con que aprendía.

Todo el período de «El Mago» fue un tiempo de stress y ansiedad, aunque estaba disfrutando. Así como me gustaba tanto el antiguo «Mago de Oz», el nuevo guión, que difería de la representación de Broadway en amplitud más que en espíritu, planteaba más cuestiones que la película original y las resolvía también. El ambiente de la película antigua era el de un reino mágico, como una especie de cuento de hadas. Nuestra película, por otra parte, tenía exteriores basados en realidades con las que los chicos podían identificarse, como patios de escuelas, estaciones del Metro y el vecindario auténtico de donde venía nuestra Dorothy. Me sigue gustando ver «El Mago» y revivir la experiencia. Me agrada sobre todo la escena donde Diana pregunta: «¿De qué tengo miedo? ¿Acaso no sé que estoy hecha de…?», porque me he sentido así en muchas ocasiones, incluso en los momentos buenos de mi vida. Diana canta acerca de la superación del miedo y caminar derecho con la cabeza erguida. El público sabe tan bien como ella que no la puede detener ninguna amenaza de peligro.

Mi personaje tenía mucho que decir y que aprender. Yo estaba enganchado en lo alto de mi poste con un grupo de cuervos que se reían de mí mientras yo cantaba «You Can’t Win». La canción versaba sobre humillación e impotencia -cosa que mucha gente ha sentido en un momento u otro-, y la sensación de que hay gente por ahí que si bien no te frena de forma activa, sí trabaja aprovechando tus inseguridades para que seas tú quien te frenes a ti mismo.

El guión era inteligente y me presentaba sacando de mi cuerpo de paja fragmentos de informaciones y citas, aunque no sabía en realidad cómo usarlas. La paja de que estaba hecho contenía todas las respuestas, pero yo no sabía las preguntas.

La gran diferencia entre las dos películas sobre «El Mago» estriba en que en el original Dorothy recibe todas las soluciones de la Bruja Buena y sus amigos de Oz, mientras que en nuestra versión Dorothy llega a sus propias conclusiones. Las canciones, la danza y las palabras de Diana se han grabado en mi memoria desde entonces. Fue una Dorothy perfecta. Después de la derrota de la Bruja Mala, triunfaba la alegría desatada de nuestro baile.

Bailar con Diana en aquella película era como una versión abreviada de mi propia historia. El caminar con las rodillas chocando y dando zancadas con los pies grandes era como en mis primeros tiempos, y nuestra danza encima de las mesas en la escena de la fábrica era tal como éramos ya entonces. Todo había evolucionado hacia delante y hacia lo alto.

«El Mago» me dio renovado entusiasmo y vigor. La cuestión consistía en qué hacer con ellos. ¿Cómo podría hacer el mejor uso de ellos? Mientras estaba preguntándome qué hacer a continuación, otro hombre y yo estábamos siguiendo caminos paralelos que convergían en el estudio de «El Mago». Estábamos en Brooklyn ensayando cierto día y leyéndonos mutuamente nuestros papeles en voz alta. Yo había creído que el aprenderse las frases era la cosa más difícil del mundo, pero quedé agradablemente sorprendido. Todo el mundo había sido amable, asegurándome que era más fácil de lo que yo pensaba. Y lo era.

Estábamos haciendo aquel día la escena de los cuervos. Los demás chicos ni siquiera enseñaban la cabeza en ella porque estaban vestidos de cuervo. Parecían conocerse sus papeles a la perfección. Yo había estudiado también el mío, pero no lo había dicho en voz alta más que una vez o dos. Las acotaciones me pedían que sacase una tira de papel de entre la paja y la leyese. Era una cita. El nombre del autor, «Sócrates», estaba escrito al final. Yo había leído la palabra «Sócrates» pero no la había pronunciado nunca, de modo que dije «Socreites», porque entendí que ésta era la forma en que se pronunciaba. Hubo un momento de silencio antes de que yo pudiera oír a alguien que susurraba: «Sócrates». Miré hacia aquel hombre al que conocía vagamente. No formaba parte de los actores, pero parecía ser de la casa. Me acuerdo de haber opinado que parecía tener mucha confianza en sí mismo y una cara amable. Sonreí, algo avergonzado por haber pronunciado mal el nombre, y le agradecí su ayuda. Su cara me era extremadamente familiar, y sentí de pronto la certeza de que nos habíamos visto antes. Él confirmó mis sospechas, y me tendió la mano: «Soy Quincy Jones -dijo-. Estoy escribiendo la partitura»

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