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Estrella paseo de la fama

Heridos, desmayos, histeria: cuando se descubrió la estrella de Michael Jackson en Hollywood en 1984

Según la información de aquella misma tarde, alrededor de veinte adolescentes y niños se desmayaron o sufrieron heridas leves; tres personas hubieron de ser hospitalizadas, entre ellas un chico de 20 años que sufrió convulsiones. Si añadimos los múltiples episodios de histerismo, las avalanchas contra las vallas de protección y la intervención de la policía, ese fue el saldo que dejó, el 20 de noviembre de 1984, la ceremonia de inauguración de la estrella de Michael Jackson en el Paseo de la Fama de Hollywood.

Sin ser uno de los momentos más recordados de la historia del Rey del Pop, da la medida exacta de lo que representaba en aquellos días. Jackson era, en aquellos días, la estrella del pop más grande del mundo. Un año y medio antes, en noviembre de 1982, había lanzado Thriller, su álbum más recordado y del que a finales de 1983 ya se habían vendido 32 millones de copias a lo largo y ancho del planeta. Fue el disco más despachado esa temporada. En enero de 1984, las quemaduras sufridas durante el rodaje del anuncio de un refresco acapararon titulares. En febrero, Thriller fue incluido en el Libro Guinness de los Récords por sus ventas, y en marzo Jackson había aparecido en las portadas de Rolling Stone y Time; en septiembre, de Life. Mientras, Michael recorría Estados Unidos y Canadá con la gira Victory, de The Jacksons.

Era lógico, pues, que se le otorgara una estrella en el Paseo de la Fama. Curiosamente, no era la primera con que se le tributaba: en 1980 se había destapado la que luce en honor de The Jacksons. Pero ahora, en la cima de la industria del espectáculo, la expectación era máxima.

Desde las 6 de la mañana, una muchedumbre empezó a congregarse en la calle, frente al Teatro Chino, donde tenía lugar la ceremonia. Se estima que 6.000 personas se dieron cita allí para ver a Michael Jackson, cuya aparición se esperaba con ansia feroz. Y allí se presentó, aunque su comparecencia no duró más de dos minutos. Llegó, lo fotografiaron y se fue.

Antes, durante y después se produjeron los altercados. Las imágenes son impactantes. Previamente a su aparición, las oleadas de gente empujaban las vallas, presagio de tragedia; los policías se ocupaban de sujetarlas para que no se produjera. Johnny Grant, veterano locutor de radio y productor de televisión que ejercía de maestro de ceremonias, trató de aplacar a la audiencia, pidiendo que aplacaran los ánimos porque de lo contrario la policía a caballo se encargaría de disgregarla y no se celebraría el acto.

Luego Jackson se materializó sobre el pequeño escenario, provocando notables lances de histrionismo en la masa. Y en cuanto desapareció, volvieron los incidentes. Los seguidores, que desconocían si Michael se había ido o no, se negaban a marcharse. Los policías de a pie dedicaron sus esfuerzos a tomar en brazos y sacar de allí a los que habían perdido el conocimiento o estaban magullados. Había gritos, lágrimas. Por último, un oficial de policía subió al estrado y comunicó que el evento había finalizado, rogando a la muchedumbre encendida que despejara la zona.

Aquel día se multiplicó la leyenda de Michael Jackson. Su estrella sigue allí; es la número 1.793 en ese turístico paseo de la fama de Hollywood. Los40.com – Miguel Ángel Bargeño

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